Ya sea por su consistencia parecida o porque no suelen ser tan comunes dentro de las rutinas de skincare, como lo son los limpiadores y tónicos; los sueros y aceites faciales siempre han causado confusión y han sido un tópico de conversación dentro del mundo del skincare. El cómo, cuándo y con qué usarlos puede ser una de las preguntas que te haz hecho a ti mismo a la hora de considerar adquirir alguno de los dos, así que toma notas y aprende a diferenciar sus características y beneficios.

¿Qué son los sueros faciales?

Los sérums cosméticos son tratamientos que se caracterizan por tener una alta concentración de activos y una textura líquida que favorece una rápida y más profunda absorción. Debido a que esto permite que el producto penetre profundamente debajo de la superficie de la piel, los sueros son ideales para abordar problemas específicos del cuidado de la piel, desde el acné hasta el envejecimiento y la falta de brillo.

El suero facial es un complemento al tratamiento y no es obligatorio ni necesario, pero si quieres conseguir unos efectos más visibles en menos tiempo te puede ayudar. Existen muchos con diferentes finalidades, por ejemplo, un sérum puede que aporte firmeza, hidratación, luminosidad, que sea antimanchas, que ayude a controlar el exceso de sebo, que nos proteja de la contaminación, que exfolie la piel, que sea antioxidante, etc.

¿En qué momento se debe usar el suero?

Siguiendo la regla de aplicar el skincare del más ligero al más pesado, sl suero facial debe ser aplicado después de la limpieza y antes de la crema hidratante. Puede usarse durante la mañana y por la noche, e incluso puedes usar sueros distintos dependiendo de las necesidades de tu piel. Por ejemplo, por la mañana, puedes utilizar un sérum antioxidante de vitamina C y por la noche tratar tu piel con un suero exfoliante de ácido glicólico. Después de su aplicación, espera unos minutos a que el producto haya sido absorbido por tu piel para luego poder aplicar el resto de tu rutina.

Algunos ejemplos de sueros faciales son:

1. Vitamin C Brighteing Drops de Indeed Labs

2. 2% Hyaluronic Acid Hydrating Serum de Revolution Skincare

3. Super Soothing Cica & Aloe Facial Serum de Jumiso

¿Qué son los aceites faciales?

A diferencia de los sueros, los aceites no están formulados con agua y tienen una consistencia más espesa, lo que es beneficioso para mantener la barrera de la piel suave y nutrida. Puedes pensar en estos como un reemplazo (o un complemento) de tu humectante, según las necesidades de la piel. El objetivo del aceite facial es retener el agua ya existente en nuestra piel, evitando su evaporación y la consiguiente sequedad y tirantez en el rostro.

¿En qué momento se debe usar el aceite?

Los aceites faciales pueden reemplazar tu crema hidratante y es ideal aplicarlos sobre la piel húmeda. Sin embargo, si deseas agregar un extra a tu rutina cuando sientas que tu piel está muy seca, puedes mezclar unas gotitas con tu crema hidratante para beneficiarte de sus propiedades. Permite al aceite reposar por 2-3 minutos sobre la piel antes de pasar al siguiente paso de tu rutina de skincare o maquillaje.

Algunos ejemplos de aceites faciales son:

1. Aceite Facial - Geranio y Árbol de Té (Mezcla NAE) de NAE Cosmética

2. Bakuchiol Oil Blend for Oily Skin de Good Molecules

¿Las pieles grasas y propensas al acné pueden o deberían de usar aceites?

A pesar de lo que tu instinto te pueda hacer pensar, el aceite facial no es un producto exclusivo para pieles secas. Las pieles mixtas y grasas se han beneficiado del avance de las formulaciones de este producto. De hecho, siempre que tu producto esté formulado con aceites agradables para la piel, como la jojoba y la camelia, los aceites faciales pueden ayudar a las pieles propensas al acné.

Actualmente existen aceites especialmente pensados para estos tipos de pieles, los denominados aceites secos. Estos son de rápida absorción y apenas dejan residuo en la piel.  Las fórmulas de estos productos, suelen mezclar diferentes aceites, cuyas propiedades se complementan.

Entonces, para resumir: